Si bien el duelo y la depresión pueden parecer dos procesos completamente diferentes, comparten síntomas muy similares, por lo que a veces es difícil distinguir entre un proceso y otro. En este artículo revisaremos los elementos claves para distinguir entre uno y otro, revisando además las características principales de cada uno.

El duelo es una experiencia universal que todos estamos predeterminados a vivir en algún momento, la cual está íntimamente relacionada con el vínculo afectivo que establecimos con nuestro ser querido. Si bien la experiencia de muerte es vivenciada de manera individual, ésta se encuentra determinada por el significado que tiene la muerte y la pérdida dentro de un contexto cultural. Esto quiere decir que el cómo entendemos o interpretamos la muerte puede variar dependiendo del contexto de la persona, y debido a esto, es importante considerar que los cambios en la percepción y vivencia de la muerte, y en sus consiguientes rituales de duelos, deben ser explicados y contextualizados en función de las características propias de la sociedad.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por una serie de síntomas en los que se incluyen cambios en el apetito y peso, en el sueño y la actividad, falta de energía, sentimientos de culpa, problemas para pensar y tomar decisiones, y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
Se pueden observar grandes similitudes entre los síntomas de la depresión y aquellos presentes en el duelo. Sin embargo, es importante poder diferenciarlos ya que así sabremos cómo abordar la situación, dependiendo si se trata de síntomas característicos de un proceso de duelo normal o de una depresión patológica que debe ser atendida de otra manera.
Diversos estudios han hecho hincapié en los síntomas físicos, psicológicos y sociales que están envueltos en el proceso de duelo. Estos son proporcionales a la dimensión y significado de la pérdida, y en principio no requieren del uso de psicofármacos para su resolución, ya que el duelo no se clasifica como un trastorno psíquico ni como una enfermedad, es más bien un proceso normal de adaptación a una nueva realidad. Si bien existen diversas formas de entender la muerte y reaccionar ante ella, estas pueden variar según la edad, las experiencias previas, el grado de madurez, la cultura, la forma en la que la persona falleció o el tipo de relación con la persona fallecida, entre otras características. Lo anterior significa que cada proceso de duelo es una experiencia individual y única y no hay una forma adecuada de vivirlo. Sin embargo, suelen haber manifestaciones frecuentes que varían según la edad, por lo que el primer paso para comenzar con la distinción entre duelo y depresión es entender cuáles son estas manifestaciones “esperables” en el periodo siguiente de la muerte de un ser querido.
En el caso de niños y adolescentes que están pasando por un duelo, suele haber predominio de malestar físico y problemas conductuales, mientras que en los adultos predomina el malestar emocional y psicológico. Algunas de estas respuestas esperables en los adultos consisten en sensación de vacío en el estómago, opresión en el pecho y garganta, sentimientos de tristeza, ira y frustración, sensación de soledad, ansiedad, culpa y remordimiento, preocupación constante, trastornos del sueño y de la alimentación, entre otras.
Si bien los síntomas descritos con anterioridad son similares a los síntomas presentes en la depresión, es importante considerar que, a medida que pasa el tiempo, la persona que sufre un duelo va experimentando un cambio en su ánimo, el cual evoluciona desde la tristeza hacia una percepción del efecto del duelo como razonable, a veces comprensible y necesario de vivenciar, lo que genera que la persona vaya encontrando cada vez más satisfacción en las experiencias vitales.
Las ideas de muerte constituyen una sintomatología que caracteriza tanto un duelo normal como un trastorno depresivo, sin embargo, mientras que en el duelo normal estas ideas son transitorias y de reemplazo (“preferiría haber muerto yo”), en un trastorno depresivo estas se traducen en un deseo de morir, y pueden aparecer ideas suicidas e incluso una planificación de estas. Por otra parte, tanto en el duelo como en la depresión es posible observar que la persona experimenta ideas de culpa, lo que diferencia a una de la otra es que en el duelo, estas ideas son infrecuentes y dicen relación con lo que pudo haber hecho la persona por evitar el fallecimiento, mientras que en la depresión, estas ideas de culpa son intensas, generalizadas y relacionadas con lo negativo de sí mismo. Si bien tanto en el duelo como en un trastorno depresivo pueden ocurrir alteraciones del pensamiento, en el duelo estas tienen que ver con una visión pesimista por estar sin el ser querido, la cual no es referida a sí mismo y no incluye una baja autoestima. Por el otro lado, en la depresión la persona va generando una visión negativa del mundo y de sí mismo, lo que se acompaña de una baja autoestima. En cuando a los síntomas más afectivos, en el duelo normal hay presencia de pena, nostalgia, llanto y rabia hacia el presunto responsable, mientras que en el trastorno depresivo la persona siente desesperanza, y muchas veces existe una dificultad para llorar y rabia por una culpa centrada en sí mismo.
Tanto en la depresión como en un proceso de duelo normal, es posible que la persona experimente un déficit funcional en lo laboral o académico. Es importante mencionar que, en el caso del duelo, este déficit es transitorio y sí se prolonga, es escaso. Sumado a lo anterior, se ha observado que los trastornos del sueño, en casos de duelo, pueden prolongarse durante gran parte del primer año. Sin embargo, al cabo de 4 meses la mayoría de las personas comienzan a recuperar el apetito y logran subir de peso. El ánimo de una persona que está atravesando por un duelo puede ser fluctuante, y es normal que empeore en días festivos, cumpleaños o aniversarios.
Por último, si bien es cierto que muchos de los duelos no requieren tratamiento farmacológico o psicoterapia para afrontar la situación, sí es necesario que estas personas cuenten con apoyo, comenzando por su red cercana: parientes, amistades, grupos de pertenencia, entre otros. Y obviamente, siempre hay que estar atentos a los síntomas, ya que sí las reacciones psicológicas, físicas, conductuales y sociales son de alta intensidad, comienzan a dificultar notablemente la realización de las tareas cotidianas, o persisten durante mucho tiempo (por lo general, más de un año), podríamos estar hablando de un duelo complicado (persistente o patológico), para lo cual probablemente sí será necesaria la ayuda farmacológica como de psicoterapia.
Por lo tanto, sí bien existen grandes similitudes entre los síntomas de la depresión y aquellos presentes en el duelo, hay que tener en consideración los elementos mencionados anteriormente para poder hacer un apropiado diagnostico diferencial y así, poder abordar un duelo o un trastorno depresivo de la mejor manera, ya que sí el último no se trata, este, a diferencia del duelo, suele ser persistente, y a asociarse con una baja funcionalidad laboral, social, una funcionalidad psiconeuroinmunológica patológica y otros cambios neurobiológicos.
En One Health contamos con un equipo de salud mental preparado para apoyarte en el proceso de duelo, respetando la individualidad de cada experiencia y adecuando el manejo de forma personalizada.
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