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¿Y si no eran falta de ganas? ¿Y si era insatisfacción corporal?


¿Y si no eran falta de ganas? ¿Y si era insatisfacción corporal?

¿Te ha pasado que has rechazado una invitación a la playa? ¿O tal vez evitaste salir a bailar con tus amigas? ¿Quizás dijiste que no a una cita, o decidiste perder la mensualidad del gimnasio?

Posiblemente te convenciste diciendo que era por “flojera”, por “no tener ganas”, por “vergüenza” o incluso “no me gusta tanto en verdad”. ¿Te has preguntado si realmente era por eso?

 

¿Y si muchas de esas veces lo que nos detuvo no fue ninguna de estas razones, sino el miedo a exponer nuestro cuerpo? ¿Será que dejamos de hacer cosas que disfrutamos y/o que nos hacen bien, solo para evitar la incomodidad que nos genera nuestra imagen corporal?


Exploremos un poco más sobre este tema. Veamos cómo la insatisfacción corporal nos impacta a todos de más formas de las que imaginamos en nuestro día a día, muchas veces sin siquiera darnos cuenta. Pongámonos a prueba con algunas preguntas clave:

¿Qué tan satisfecho me siento con mi imagen corporal? ¿Qué expectativas le pongo a mi cuerpo? ¿Cómo le hablo? ¿Le permito a mi cuerpo expresar lo que necesita o lo mantengo silenciado?

 
¿Qué es la imagen corporal?

En términos generales, la imagen corporal hace referencia a la percepción que tenemos de nuestros cuerpos. El PhD Thomas F. Cash, en su libro The body Image Workbook, define  la imagen corporal como la relación personal que tenemos con nuestro cuerpo, incluyendo las percepciones, creencias, pensamientos, sentimientos y acciones relacionadas a nuestra apariencia física. 


Podemos entenderla también en términos de cuán satisfechos  nos sentimos respecto a nuestros cuerpos incluyendo también el valor le damos a la opinión de los demás sobre nuestra apariencia. Se trata de un concepto complejo, multidimensional e interactivo que engloba como señala Cash (2008): 

  • Aspectos perceptuales: cómo nos vemos a nosotros mismos

  • Aspectos afectivos: cómo nos sentimos respecto a cómo nos vemos

  • Aspectos cognitivos: los pensamientos y creencias sobre nuestros cuerpos

  • Aspectos conductuales: las acciones que realizamos en función de cómo nos percibimos. 


La imagen corporal es un componente importante de nuestro autoconcepto e identidad, tanto desde un punto de vista físico como también emocional y mental. Los pensamientos y sentimientos, sean positivos, negativos o incluso neutros, sobre nuestro cuerpo pueden tener implicaciones grandes en nuestras vidas, influyendo significativamente sobre nuestra autoestima, hábitos, salud, relaciones interpersonales y bienestar general. 


Por otro lado, es importante tener en cuenta que, así como la imagen corporal es un concepto multidimensional, también lo son los factores que influyen en su construcción. Además, esta percepción no es estática, sino que puede ir cambiando a lo largo del tiempo.


A lo largo de nuestras vidas, estamos expuestos a múltiples elementos que impactan en cómo nos percibimos. Entre ellos se encuentran la etapa vital en la que nos encontremos y los cambios que esta pueda traer, el entorno en el que nos desarrollamos, nuestras experiencias de vida, nuestros rasgos de personalidad, y las relaciones significativas que mantenemos. También influyen los sentimientos, pensamientos y comportamientos hacia el cuerpo que observamos, y muchas veces interiorizamos, de las personas que nos rodean.


A esto se suma la constante exposición a estándares e ideales de belleza, cambiantes, promovidos por los medios de comunicación y las redes sociales, además de las diferencias culturales y otros factores contextuales que van moldeando nuestra relación con el cuerpo.


¿Por qué es importante hablar de esto?

Aunque muchas veces pensamos que los problemas relacionados con la imagen corporal son superficiales, que afectan solo a ciertas personas o que aparecen en contextos específicos, la verdad es que es una problemática mucho más común y silenciosa de lo que imaginamos. Una relación conflictiva con nuestro cuerpo, puede limitar nuestras experiencias, alejarnos de nuestro potencial y afectar nuestro bienestar integral. En casos más profundos, puede tener consecuencias realmente negativas para nuestra salud mental, dando paso a trastornos depresivos, de ansiedad o de la conducta alimentaria, con consecuencias importantes para la salud física, mental, emocional y social como tal. 


Amy Harman, autora de Perfectly Imperfect,  nos describe distintas formas en las que puede presentarse una relación negativa con el cuerpo: 

  1. Relación evitativa, donde evitas mirar tu cuerpo y realizas acciones como ocultarlo con ropa grande, evitar comprar ropa, no mirarse en espejos, etc. 

  2. Relación unilateral, en la que dejas de escuchar a tu cuerpo y sus necesidades (ej. señales de hambre, dolor físico, etc.), desconectando completamente de las señales del cuerpo en pos de conseguir el objetivo de “cuerpo perfecto”. 

  3. Relación conflictiva, donde te encuentras constantemente batallando con el cuerpo, puede que el cuerpo esté generando resistencia a las dietas o al cambio como tal y genera gran frustración. 

  4. Relación abusiva con el cuerpo, donde puede que te encuentres usando palabras hirientes y menospreciantes hacia tu cuerpo, que probablemente no usarías para llamar a otros. En esta última relación puede que ocupes distintas tácticas como maltratarlo, restricción de comida, privación de descanso u otras conductas nocivas físicas y emocionales.


Muchas de las personas ni siquiera se dan cuenta de que están manteniendo una relación negativa con sus cuerpos, porque muchas de estas conductas han sido enseñadas y hasta premiadas por nuestro contexto. 


Esta insatisfacción corporal puede infiltrarse en nuestras decisiones cotidianas de formas sutiles pero intensas y aquí les dejamos algunos signos comunes de una relación negativa con el cuerpo: 

  • Evitar eventos sociales porque no te gusta cómo te ves

  • Chequearse constantemente en el espejo

  • Elegir solo ropa en función de lo que “disimula” o catalogar la ropa como “puedo o no puedo usar esto”

  • Usar palabras despectivas para referirse a uno mismo y su apariencia

  • Evitar hacer actividad física en público

  • Posponer experiencias o vacaciones hasta alcanzar “el cuerpo ideal”

  • Evitar ir a la playa o piscina

  • Asociar el rechazo o fracaso a nuestra apariencia

  • Sentir culpa por comer o sobreexigirse haciendo ejercicio

  • Incomodarte en fotos

  • Privarse de hacer actividades que disfrutas como salir a bailar con amigas, ir a una cita, etc. 


Como estos ejemplos, existen muchísimos más. Un montón de situaciones cotidianas en las que el cuerpo deja de ser un lugar seguro para nosotros y nuestra experiencia con él se vuelve en una barrera, una preocupación o una fuente de inseguridad. 


Es necesario y posible el cambio

Hablar de imagen corporal y trabajar sobre ella no viene desde un lugar de vanidad ni es un problema superficial, sino que es una dimensión profunda de nuestro bienestar que afecta totalmente el cómo habitamos el mundo, cómo nos relacionamos con otros y cómo nos cuidamos a nosotros mismos. Visibilizar esta problemática y cuestionar estos pensamientos, creencias y conductas que venimos arrastrando por años es el primer paso para empezar a construir una relación más amable, compasiva y respetuosa con nuestros cuerpos. 


Una imagen corporal sana es una meta que muchas personas anhelamos alcanzar, pero en la práctica no es fácil y es importante reconocerlo antes de empezar un cambio. Vivimos en una época compleja donde el culto a la belleza, los estándares estéticos poco realistas y la constante comparación nos bombardean a diario. La sobreexposición a imágenes editadas, mensajes contradictorios y tendencias que cambian constantemente nos deja con la sensación de nunca ser suficientes. 


Pero que sea difícil no significa que sea imposible. El cambio si es posible y desarrollar una relación sana con nuestro cuerpo es alcanzable. Todo empieza con cuestionar estas ideas que hemos dado por ciertas, observar y cuestionar cómo nos hablamos y permitirnos habitar nuestros cuerpos sin tanto juicio. 


Hablar de una imagen corporal sana no significa amar cada parte del cuerpo todo el tiempo, sino aprender a escucharlo, cuidarlo, respetarlo y dejar de luchar contra él. Es volver a habitarlo con amabilidad, reconectar con lo que nos hace bien, habitarlo desde el respeto, disfrutar el placer de moverse, de vestirse, de alimentarse, y de vivir sin que la apariencia sea una barrera. Porque todos merecemos sentirnos cómodos en nuestra piel y disfrutar plenamente de nuestras vidas, más allá de cómo nos veamos.


Porque sí, esta es una problemática verdaderamente común. A muchos nos ha pasado. Y justamente por eso, merece ser visibilizada con empatía, sin culpa y con la posibilidad real de empezar a construir una relación más amable con nuestro cuerpo y con nosotros mismos. 


Te invitamos a ser parte de nuestro Programa de Autoimagen Corporal, un espacio seguro para explorar, cuestionar y reconstruir la relación con tu cuerpo desde el respeto, la amabilidad y el autocuidado.  




Referencias

  • Cash, T.F., The Body Image Workbook. Oakland, CA: New Harbinger Publications, 2008

  • Harman, A., Perfectly Imperfect. Emeryville, CA: Rockridge Press, 2020.

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